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24 POR QUÉ PADECES IV Estoy postergado Quieres decir que estás olvidado, que nadie se acuerda de tí para utilizar tus habilidades y talentos, y tal vez ni los reconocen siquiera, y esto te produce hon– da tristeza ¿no es verdad? Pues francamente, no eres tú de los pacientes que · me inspiran a mi mucha compasión, puesto que tu do– lor es voluntario. • ¿Por qué te dejas llevar del deseo de la gloria? ¿Por qué acaricias ilusiones cuya realización depende de lós hombres? Todo el que aspira a conseguir cosas difíciles se prepara días de dolor para el día en que se convenza de que esas aspiracioncS no se van a cunrplir. Pero, en fin, el afán de la gloria es natural en el hombre; e:i la primera pasión que en él nace y la últi– ma que muere; y no digo su extinción, sino su repre– sión es ardua empresa, aún para las personas espiritua– les. En muchas de ellas, llamadas a la perfección; et objeto de esa pai;ión constituye el ideal humano que absorbe casi toda su existencia, siendo para sus almas, como la solitaria para el organismo, como para el árbol

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