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16 PoR QUÉ PADECES y cuando te aculé!rdes de tus bienes perdidos, dí con el santo Job, que pasó por un trance parecido al tuyo: -«El Sefíor me los dió y el Sefíor me los quitó; sea su nombre bendit'o eternamente». Y dichas estas palabras, descansa lleno de confian– za, con la cabeza redit'láda Sobre el pecho amorosísimo de tu Padre Celestial, aguardando a que llegue (y pron– to llegará) el gran dfá en que él mismo Dios descienda hasta tí, no a restituirte tus bienes materiales, (que eso es poco para el amor que te profesa,) sino a ponerte en posesión pacífica de las riquezas del espíritu, de que hás de gozar eh el delo, sin riesgo dé quiebra alguna, y para siempre.

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