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POR QUÉ PADECES precio, del insulto, de la traición y de la calumnia. Conozco muy bien la persecución individual y so– cial, por que he sido gusano y no hombre, oprobio de los hombres y desecho de la plebe. Me son conocidas las desgarraduras del cuerpo y las del alma, por que han taladrado mis manos y mis; pies y he estado triste hasta la muerte. Sé lo que es nacer y por no tener cuna, ser recos,. tado en un pesebre; morir, y no tener donde reclinar la cabeza. Conozco (porque los he probado) lo que es el te• mor, el sobresalto, el tedio, el rubor, y la amargura in– finita de verse maldecido en el mismo suplicio, por un, pueblo amado y favorecido. · Sé lo que es la agonía y la muerte, porque yo que estoy vivo, estuve muerto. Sé to que es desfallecer, sentir que las fuerzas se van, y que se enturbia la vista, despedirse de las per 0 . sanas queridas, entre angustias inenarrables, dejar• de existir, ser llorado por los amigos, y ser colocado por etlos en la estrechez oscura de un sepulcro. Ese sepulcro entre vosotros está todavía, como un testimonio perpetuo de que vuestro Dios y vuestro Creador ha sido como uno cualquiera de los hij.os de Adan.» ¿Qué se puede contestar a esas palabras que yo pongo en los labios de nuestro Señor? ¿Qué se puede responder a todo eso, que parece nada más que un pá-

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