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14 POR QUÉ PADECES llegará en el tiempo prefijado, si la carretera atraviesa un desierto donde nada hay que distraiga la atención del viajero; pero si a los dos lados del camino se ex– tienden paisajes muy bellos y se alzan edificios elegan– tes y caprichosos que invitan a la disipación y a los placeres, fácil es que el caminante llegue tarde al pun– to de su destino, y posible es que no llegue nunca. Créeme, hermano mío, esa tribulación que te agobia es una prueba singular del amor de Dios, que quiere asegurarte más la consecución de tu último fin. · Tú dirás: ¿Y porqué me la habrá enviado el Señor? Yo no lo sé; sólo sé que está ordenada pata tu provecho. Tal vez no has sabido hacer bien el papel de hom– bre rico, que es difícil de representar, por la enorme responsabilidad y gravísirnas obligaciones que lleva consigo. Tal vez te olvidaste en medio de la abundancia de esas grandes necesidades singularmente encomenda– das a las personas pudientes, corno son las necesidades de la Iglesia, del culto, de la prensa y de la acción católicas. Tal vez has despreciado o desatendido a esa porción nurnerosfsirna y casi sagrada del género humano que se llaman los pobres, y son para Dios corno las niñas

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