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138 PoR QUÉ PADECES tuvo para los pecadores frases to_davía más tiernas y ,conmovedoras. Escucha algunas de ellas, y se dilatará tu corazón :de alegría. «Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores a penitencia, porque no tienen necesidad de médico los sanos, si no los enfermos». < No he venido a perder las almas sino a salvarlas.» «¿Quién hay de vosotros que, teniendo cien ove– jas, y habiendo perdido una de_ ellas, no deje las noven– ta y nueve en la dehe~a, y no va_ya en· busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y en habiéndola halla– do, se la pone sobre los hombros muy gozoso, y lle– gando a casa, convoca a sus amigos y vecinos, dicién– doles: Regocijáos conmigo, porque he hallado a la ove– ja mía que se me había perdido. Os digo que, a este modo, habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia. O ¿qué mujer, teniendo diez monedas, si pierde una, no enciende luz, barre bien la casa, y lo registra todo, hasta dar con ella? Y en hallándola, convoca• a sus amigas y vecinas, diciendo: Alegraos conmigo, porque ya he hallado la moneda que había perdido. Así os digo yo que harín fiesta los ángeles del cielo por un pecador que haga penitencia». Y en la parábola del hijo pródigo (que, mejor que parábola, parece la historia de todas las almas extra•
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