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POR QUÉ PADECES 157 zo, largo o corto, para su conversión; pues para ellos tendría que ser nuncio de malas nuevas. Toda la Sagrada Escritura está llena de frases du– ras y terribles, en reprobaciónde su conducta. Pero la palabra de Dios, amenazante contra esas almas audaces e ingratas, se hace dulce y amable parn las que han vuelto ya a la casa paterna. Oyela, y ábra– se tu c.orazóh a la esperanza. i<Convertios a mí, dice el Señor, y me convertiré yo a vosotros». «Grande es· la misericordia de Dios para todos los que se convierten a El». «Si el impío hace penitencia de sus maldades, Yo no me acordaré más de ellas». «Por mi mismo lo jliro: Yo no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva». «Dios es clemente y paciente y de mucha miseri- cordia». · : «Dios sepultará en el olvido todas nuestras malda– des, y arrojará a lo profundo del mar todos nuestros pecados . «Esto dice el Señor: Purificaos, cesad de obrar d mal, buscad lo que es justo, y entonces venid a argüir– m.e. Yo os aseguro que, aunque vuestros pecadcs os hayan teñido como la grana, quedarán vuestras almas, blancas como la nieve.» ·Y el mismo Dios, hermano mío, que ha dicho esas palabras, al venir después en Persona. a este mundo,

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