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POR QUÉ PADECES 129 XIX Tengo miedo a la muerte Suele tener esa frase dos sentidos diferentes; el miedo a la muerte propiamente tal, y el miedo a lo que viene después de ella. · Vamos a prescindir de esta última significación, que · pertenece a la ascética, para ocuparnos solamente del hecho de morir. Fisiológicamente hablando, no hay duda que el mo– rir es una cosa tremenda. Lo dijo ya Aristóteles: «la muerte es la cosa más terrible de todas las terriblés.» No es el hombre un cuerpo ni un alma solamente, sino el resultado de la unión de los dos. Ahora bien, la muerte es la ruptura violenta de ese lazo de unión, y la separación forzosa de esos dos ele· mentos. Este es un hecho gravísimo; .y la naturaleza misma anuncia su gravedad. El desfiguramiento del rostro, el abultamiento del pecho, el estertor de la respiración, el crispamiento de las manos, la fijeza de los ojos que miran y no ven, las convulsiones, .la ansiedad y otras muchas sefíales que suelen verse en los moribundos, indican que pasa am . 9

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