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122 POR QUÉ. PADECES iados, porque el reino de Dios no es de este mundo, <¡ue si lo fuera, aquí triunfaríamos. Pero, ¿qué son setenta años? Dios quiere para no– sotros una victoria eterna. Triunfaremos., pues; y, a nuestra vista, será casti– gada la maldad con un castigo que no tendrá fin; como nuestro premio tampoco lo tendrá. Entonces, en presencia de aquella gran Babilonia, sumergida en las penas eternas, por haber sido enemi– ;ga de Dios y haber atormentado a sus siervos, las huestes triunfantes de la virtud, dirán aquellas palabras del Apocalipsis: «¡Ay, ay de la ciudad grande que · -andaba vestida de lino delicadísimo, y de púrpura, 1J de grana, y cubierta de oro y de piedras precio– sas y de perlas! ¿Cómo en un instante se redujeron ,a nada ,tantas riquezas? ¡Oh cielo/ regocijante, como también vosotros Santos Apóstoles y Profe– tas, pues ,co,ndenándola a ella, os ha vengado. Este es uno de los grandes gozos. que nos reserva 'Dios en el •cielo; el gozo de ver la derrota completa -del mal y la victoria del bien, total y definitiva.

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