BCCCAP00000000000000000000612

120 POR QUÉ PADECES Y si no fuese así- añado yo con San Pablo-mise– rabiliores sumus omnibus hominibus, los que vivi– mos en esa esperanza y padecemos, seríamos los más miserables de todos los hombres. Pero, existe Dios y e& justo; y el que crió al mundo y vino después a él para redimirlo, ha de hacer uua se– gunda venida para juzgarlo, y dar a cada uno según sus obras. Consuélate con estas grandes ideas, hermano mío cuando te sientas invadido por la tristeza, al presen– ciar esos espectáculos horribles, en que Jos papeles es– tán invertidos, por qué padecen los que debían gozar, y mandan los que debían obedecer, y son honrados los infames y asesinan los que son dignos de muerte. Todo tendrá fin, hermano mío. «Los malos conti– núan viviendo después de sus maldades, dice San Agustín, o para convertirse de ellas, o para ejerci– tar a los buenos». Dejemos que nos ejerciten. Hagamos bien nuestro papel de víctimas, imitando a la Víctima por excelen– cia, a la Víctima inocente, que no se movió del Altar durante el Sacrificio. Los mismos que le mataron a El, nos persiguen a nosotros. Los nombres son diferentes, pero los perse– guidores de hoy descienden de los perseguidores de ayer, y se les parecen, como un crimen a otro crimen,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz