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114 POR QUE PADECES Le ase¡_rura que el pasarlo no ofrece peligro alguno. El lo ha construido y lo sabe. El piso es llano y no pueden los pies tropezar en él; y aunque la oscuridad dentro del túnel es absoluta, y se oyen además a!Hruidos extraños, nada malo le puede suceder. '.'-Jo tiene que hacer otra cosa sino caminar entre lé:s tinieblas avanzando siempre; porque las tinieblas se irán disipando y al fin dt; ellas le aguarda él, y además grandes s0rpresas. El niño, al recibir este mensaje de su padre, se siente invadido de dos emociones contrarias; feme y confía al mismo tiempo. Pero la confianza vence al temor, y, alentado por ella, se lanza a la empresa y toma el camino. A los pocos minutos de marcha, ya está el niño su– mergido en las tinieblas. Su espíritu es entonces victi– ma de acciones y reacciones, que se suceden constan• temente. Teme y espera; vuelve a temer y a esperar, pero sin dejar de caminar, pensando siempre en su padre. Las cascadas de agua que se precipitan· en aquel antro misterioso, y los gemidos del viento rozando en los muros, le llenan de terror; pero reacciona inmedia– tamente contra él, diciéndoi;e: «¡Eso no es nada! Mi padre me lo ha dicho, y él lo sabe muy bien y además me quiere mucho.·» Este pensamiento le anima para seguir caminando,

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