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-65- bre la capacidad intelectual del novicio, sobre su pro– bidad de costumbres y sobre la salud corporal. Respecto al primer punto, es claro que no es fácil a la Comunidad conocer a fondo la capacidad o inca– pacidad de los novicios, por lo que deben fiarse del testimonio, del Padre Maestro y de otros que tengan motivos especiales para conocerlos, como son entre nosotros los Padres Profesores de la Escuela Seráfica, si en ella los novicios de que se trata se educaron. No juzgan rectamente los que por algunas faltas come– tidas en la lectura o por algunas precipitaciones pro– pias de los novicios ya les juzgan faltos de capacidad e indignos de la profesión : Si de novicios clérigos se trata, hasta que ofrezcan fundada esperanza de po– der continuar y terminar debidamente los estudios; si son hermanos legos, hasta que sepan la doctrina cristiana y sean aptos para los trabajos manuales y corporales (r). 76. Sobre el segundo punto, o sea sobre la mora– l'ida.d, es bien cierto que sin una revelación es:pecial de lo alto no es posible tener certeza absoluta ; no obstante, debe ser juzgado digno de la profesión aquel novicio que es humilde, obediente, mortificado y fer– voroso. Pero, como es imposible que los novicios no tengan sus defectos, ¿ qué norma hemos de seguir en tales casos ? Hay defectos l&Ves, como alguna que otra falta con– tra el silencio, algunas ligeras impaciencias, etc., etc., de los cuales defectos no se ha de tener cuenta sinu para que el Padre Maestro los corrija en particular. Hay otros, no ya tan leves, porque son ordtnaria– mente efecto de alguna pasión desordenada; por ejem– plo: el mirar curiosamente a todas partes, sobre to.do a mujeres ; molestar con frecuencia. a sus comparie– ros ; comer o beber sin permiso, y otros defectos se- 1:nejantes : Si después de repetidas correcciones no fe (r) Bulsano, n. 89, 2.º 5
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