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- Ig -- dad particular de las cosas materiales, sino también la común. Nuestra castidad, además de lo intrínseca– mente malo, nos veda también cuanto, pudiera pare– cerlo, como «las compañías sospechosas y consejos de mujeres». Nuestra obediencia es más extensiva y es– trecha que en otras Ordenes religios,as, pues 1ws obli, ga a muchos preceptos de que é.stas carecen. Es, pues, evidente que los Frailes Menores tenemos más y más excelentes medios que los demás religiosos para con– seguir nuestro fin (r). Pruébase también la excelencia de nuestra Regla por el origen divino que se dice tuvo (2). El mismo Santo Padre dice en su Testamento: ccDespués que el Señor me dió cargo de frailes ... , el mismo Altísimo me re– vel6 que debía vivir según la forma del Santo Evan– gelio; y yo en pocas, y sencillas palabras lo hice es– cribir y el señor Papa me lo confirmó. n 4. No es de extrañar, por tanto, que a la Regla franciscana se le hayan tributado los mayores elogios que a obra humana se pueden tributar. Ciertamente que, no por sabidas, hemos de omitir las encomiásti– cas expresiones de los Pontífices Nicolás III y Cle– mente V, porque siempre a los buenos hijos halagan las alabanzas a su madre tributadas «Esta es, dice Nicolás III, la Religión ante Dios y el Padre, pura e inmaculada, que, descendiendo del Padre de las lu– ces, enseñada por el Hijo con sus ¡:alabras y ejem– plos a los Apóstoles, y revelada por el ,Espíritu Santo al bienaventurado Francisco y a sus seguidores, lleva en sí misma como un testimonio de la Santísima 'I'ri– nidadn fa). Clemente V compara nuestra Regla con el huerto de Salomón en donde Cristo recoge variadas y delica– dísimas flores ; y añade después : ((Esta es aquella Re- ,(r) Cfr. P. Murcia, cap. II sobre el I de la Regla, n. 5 2-60, y cap. VIII sobre el X de la Regla. (2) Wadingo: "Anales", 2.º hasta 1223. (3) Const. "Exiit", prólogo, n. 2.

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