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- r59 - Premio a nuestra ,Pobreza. 241. Esta seráfica pobreza nos conduce verdadera– mente a la tierra de los vivientes, porque ya de pre– sente se les promete a los pobres de espíritu el reino de los cielos y la vida eterna (r). Más aún; ¿ no esta– mos viendo nosotros mismos todos los días cómo el Señor cu,mple la segunda parte de su promesa dándo– nos e1 ciento por uno aquí en este mufülo puesto que nada •de lo necesario nos falta a pes:ir de que nad'a poseemos? ccNinguna otra cosa queramos tener debajo del cielo», y estemos plenamente seguros de que la divina Providencia nos suministrará aún más de lo necesario (2). ARTICUI,O 4.º DE LA MUTUA CARIDAD TEXTO: ce Y en cualquier lugar donde estiivieren y se hallaren los frailes, se muestren fami– liares entre sí el uno con el otro, y confia– damente manifieste eL uno al otro su nece– sidad ; Porque si la madre ama y cría. a su hijo carnal, ¿ cuánto con mayor diligencia debe cada uno amar y cuidar a su hermano espiritual?» 242. Perfectísima norma de caridad nos traza nues– tro Padre al proponernos como modelo de nuestro amor mutuo el que las madres tienen a sus hijos : ¿ Qué no hacen por ellos ? ¿ Cómo los defienden de los peligros y los ayudan en las dificultades? ¿ Cuánto (r) San Malteo, V, 3, y XIX, 29. (2) Cfr. Bttls., n. 358-359.
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