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156 - La primera condición es de sentido común, puesto que só1o los pobres suelen pedir limosna y a los po– bres de verdad intentan dársela los ricos: Si, pues, podemos remediar las necesidades con el fruto de nuestro trabajo o con las limosnas espontáneas, de nin– guna manera nos está permitido pedir limosna (r). ((Si los frailes, dice San Francisco, se abrazaren con mi Señora la Pobreza, el mundo les remediará en sus necesidades; pero, si se apartaren de ella, buscarán y no hallarán, porque también el mundo se apartará de ellosJ> ,(2). Segunda condición: Que nosotros cumplamos fiel– m,ente con nuestras obligaciones. Hay entre los Frailes Menores y el mundo una especie de contrato por el cual nosotros estamos obligados a dar al mundo bue– nos ejemplos, y el mundo debe remediar nuestras ne– cesidades. ((Si nosotros somos infieles y negamos al mundo los buenos ejemplos, también el mundo, en justo castigo, nos negará sus limosnas>; (3). Este buen ejemplo que debemos al mundo, nos pi– de, hoy más que nunca, la asiduidad en los ministe– rios sagrados de confesión y predicación, a ejemplo de los varones más preclaros de la Orden, quienes, cuanto más espirituales eran, más ahincadamente se ejercitaban en los sagrados ministerios (4). Provisiones superfluas. 237. Para juzgar acertadamente qué provisiones se– rán excesivas y qué otras conformes con nuestra Re– gla, sería necesario determinar hasta dónde se extien– de la necesidad y en dónde comienza lo superfluo; lo cual, como se ve, es muy difícil. Concretando más lo que dicen las Constituciones en su número rr8, di- ( 1) Cocáleo, l. c. (:2) Co/fotiones Sancti Francisci, ed. Horog, 3 20. (3) CoUatione'S, l. c. (4) Cfr. Bulsano, n. 345.
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