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do o escribiendo en lugar de atender iebidamente al desempeño de sus oficinas. Trabaja devotamente quien lo hace rrincipalmente para cumplir la voluntad de Dios. En cuanto nos sea posible hemos de evitar los trabajos manuales excesi– vos, porque así como el fuego se apaga si en él echa– mos demasiada leña, de la misma manera se extingue «el espíritu de oración y devociónn con la multitud de trabajos externos (r) ; pero se conserva muy bien con el trabajo moderado del que nadie, con el pretexto de la oración, debe sustraerse. ARTICULO 2. 0 DEL PRECIO O RECOMPENSA DEL l'RABAJO TEXTO: « Y del precio de su trabajo reciban Z.as co– sas necesarias del cuerpo para sí y para sus hermanos, excepto dine¡ros o pecunia; y esto humildemente, así como conv,iene a los siervos de Dios y a los seguidores de la muy alta pobreza.» 201. En las citadas palabras manifiéstanos nuestro Padre: r.º, qu-iénes han de participar de la recompen– sa de nuestro trabajo; 2.º, en qué ha de consistir esa recompensa; 3.º, cómo hemos de recibirla. r.º El fruto de nuestro trabajo puede y debe ex– tenderse por igual a todos los frailes ; pero no es re– probable el que el Superior sea algo más generoso con quienes lo ganaron (2). 2.º Podemos recibir «las cosas necesarias al cuer– pon y las necesarias para los estudios, para el culto (1) Cfr. P. Murcia, cap. único sobre el V de la Regla.– Viat. de Cocáleo, cap. V, Spos. 3.-Bulsano, n. 262. (2) Bulsano, n. 264.
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