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- 78-,.. 1 El fallecimiento de esté varón apostó- su sepultura. lico ya hemos dicho que lo pone el ne– crologio en el afio 1667, que fué cuando llegó á esta provincia la noticia de su muerte; pero está fuera de duda que mu– rió en 1666, colmado de merecimi0ntos, después de haber convertido muchos gentiles aI gremio de nuestra santa té. Fué sepultado el cuerpo del V. P. Fray Agustín de Ronda en la iglesia de Tumbá y el del Padre Fr. Juan de Peralta en la de Vissao. Cuando llegaron á su destino los nue · vos misioneros quisieron dedicarse con ahinco á la conversión de los infieles; pe– ro se hallaron con varios de los misione– ros antiguos tan enfermos é imposibili– tados para el trabajo que cada uno de ellos necesitaba la ásistencia de otro re– ligioso. Los PP. Agustín de Ronda y Juan de Peralta acababan de morir, á vista de ellos; el P. Antonio de Arriate estaba impedido con la gota artética, el P. Basilio de Cabra casi baldado con reu– ma articular, y poco menos el P. 'reodo, ro: éstos dos últimos esperaron algún tiempo á ver si se mejoraban; pero viendo que iban de mal en peor y que por otra parte tenían cumplidos sus afios de mi– sioneros, tratllfon de volverse á la Pro– vincia; pero antes quisieron cu~nplir pun– tualmente el encargo de N. M. R. Padre Provincial, y fueron á Cacheo á practi– ca .. r las diligenciai;, neceearias para traer- Restos ele otros PP. se los huesos dAl V. J?. Fr. Antonio de Jimeca, y Fr: Serafín de León. Y como

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