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277 - d~ proftso, continuó sus estudios en la , Orden, y en el tiempo de ellos jamás des· su vida re~i– cuidó el. ejercicio de la santa .oración y gio~a. devoción, sin la cual toda otra ()iencia hincha y envanece. Hecho sacerdote, le confiaron el alto ministerio de repartir el pan de la divina palabra á los pueblos; pero él, oyendo la. voz de Dios, que lo llamaba á la conversión de los infieles, rogó' con vivas instancias al Padre Pro- · vincial que lo .destinara á ,nuestras misio- nes de Améric8, l.O que consigió con gran .alegría de su fervoroso espíritu. Cuando se vió en aquellas apartadas regiones, comenzó á trabajar con ardo– roso celo entre los indios; pero bien pronto experimentó la grandísima difi– cultad de que le entendieran y de enten– der el tantas y tan diversas lenguas co– mo hallaban aquellas tribus salvajes; por lo que afligido su espíritu, se retiró · unos días á pedir á Dios que renovara en él, en bien de aquellas pobres almas, el prodigio de los Apostoles, dándole el don de lenguas; doÍl que le otorgó la misericordia divina y del cual gozó du~ rante su vida, haciendo con él indecible fruto entre los infieles: v en verdad era difícil resistir .al prodigio que obraba en su predicación la diestra del Altísimo, pues siendo tantos y de tan distilntas lenguas los pueblos que el siervo de Dios evangelizaba, todos le oían. en su lengua nativa, 110 de otro modo, que si 8 id a 1 _ f 1 . . h b" u v a e m uera a suya propia, y Jamás u 1era sionero. hablado otra.

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