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- 256 - cio, mache~e, calabozo, y cuchillo; (que , Manera de ei• son las precisas herramientas para ro-u viliza,,los. zar las montañ.as, y cultivar las tierras} de suerte que en sólo el vestuario y he– rramiéntas para cien indios, pasa en esta tierra de mil pesos de costo. Sígue– se después, el haber de mantener á es– tos indios recien sacados, de carne, maíz, etc. á lo menos afio y medio, (por las ra– zones ya expresadas. dándole á cada uno el religioso su ración diaria, hasta que ellos p"t19dan mantenerse, con su propia industria, la cual, como en ellos es tan corta y su inhabilidad y flojedad tan connatural, nos dura de por vida aq u es– te afán. A éste se sigue el desvelo y sobresal– to de que se vayan, y se pierda todo lo trabajado:· (como muy de ordinario acontece, sin poderlo remediar,) júntase también el afán de haber el religioso de asistir con ellos al trabajo de ir al mon– te, para que corten las maderas, con que han de hacer sus casRs para ellos mis– mos vivir, como también para cultivar la tierra, (porque si los deja solos el re– ligioso no hacen cosa alguna:) y en fin, todo lo que conduce á la vida · política, y aún natural, les tiene de enseñar el religioso, y éste tienb de ser el maes~ro para cuantas obras son precisas en · el pUeb'Jo: ha de ser el labrador que les enseñ.e á cultivar la tierra; el albañil que E _ a les ha de dar la forma para hacer sus nsenanza e . , • los misioneroscasas; el medico que les ha de curar en sus enfermedades; el padre de familias

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