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- 205 Dios, la inconstancia y ninguna reflexión de aquellos naturales. Advirtió el P. Plás rngratitnd ele cido uu día que andaban. inquietos y 6st º"· azorados, cosa que leJlamó la atención; y sospechando si querían volverse al monte, Jué por lás casas hacie::ido 'su visita ordinaria .paril reconocer si hR bía enfermos. ó pleitos ó .algo qne remediar. Llegó á una casa donde bahía entre otroa un indio de .otra napión diversa; gran instrumento del demon'io, que se valió .de él para persua.dir á los· otros , que la dóctrina que el P. les ensefiaba era engnfio, ¡,or lo que les e.staba mejor matarlo y volverse á sU:s costumbres antiguas. Resueltos ya á ponerlo por obra, · Y. conociéndolo el santo Padre, lleno de ca1it11tivo celo y vivamente pe– netrado de dolor, empezó á exhortar.los á que no diesen oídos ni admitiesen las impías sugestiones del infernal dragón, que les instaba á buscar su antigua y ·apa,rente libertad para eternaínente cau-. tivarlos; que intentar la fuga era volvei: las espaldas á Di.os y pósp9ner l¡:t ley de Cristo á sus brutales costuq1bres; ofre- . cióle:,, por último, ml:intenerio de comi– da y vestido, como hasta allí lo había hecho; por ámor de Dios; y todo esto lo dij9.con suavidad tanta, que podía en– ternecer el corazón mas duro; pero el indio sé enfureció al oirlo. y acometió al v.enerable Padre, d¡3rribándolo en el 1 suelo y gritando: ¡muera, mue.ra este! M. l , . l L d ,· h . td l . atratan.a os emas uyeron espan a os a ver Padre. tal acción; y el indi,o se fué .ti-as ellos, ,

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