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Lo que en ellas hizo Su+ 0elo atus tólico. ciones y ciudades que tiene hoy Vene· zuela, las cuales deben su origen á la solicitud y diligencia dé los capuchinos. En esta ímproba tarea estuvo ocupa– do el siervo de Dios Fr. Plácido con apostólicas solicitudes durante cuatro afíos, haciendo diversas entradas en los montes, según se ha' dicho, y sacando de ellos muchas 1tlmas para poblarlas en diversos lugares. Llegó el año de 1665, é inflamado en el amor diviuo, pidió· licencia al Preff'cto para ir á re - coger más almas, y penetrar hasta lo más retirado de aquellos dilatados lla– nos. Concedió&ela gustoso, y para ello se preparó algunos días: después, to– mando su bendición, sali.ó de fa po'Jla– ción de San Fraccisco del Pao, el día primero de cuaresma del afio de Hi65 llevando consigo algunos indios de ella que eran ya eristianos, y un intérprete. Fueron navegando por el Pao, hasta lle– gar al río, que llaman de la portuguesa, que es uu brazo del caudaloso Orinoco. Allí en sus riberas, encontró una gran partida de ü1dios Caribes, que cual ma– nada de brutos discurrían y vagueaban por una y otra parte en . sus canoas. Asustados los bárbaros con tan impen– sado encuentro, procuraron matarle. Envistióle un cacique qu13 los capita– neaba con la macana, hecho un aspid de cólera; y el siervo de Dios lo esperó tan siu turbación de rodillas, que admi– rado el bárbaro de ver tal serenidad, le sirvió de motivo para sosegar su cólera