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- 196 -- "'~~;s, ~.:s:-~~&.S:--S.--:.S"':-;.S:-t._!l lo que coqduce á la decencja, cur3rlos otros medios en sus enfermedades, y darles los ins– trumentos de hachas, machetes y otros hierros para cultivar la tierra, etc., pen– de de la buena armonía y dependencia que tienen entre sí todos los pueblos indios de nuestras misiones; pues, aque– llos que se hallan ya poblados y arrai– gados de algunos años, contribuyen, (por vía de limosna, préstamo ó com.– pensación del h~en que de lós · otros en su tiempo recibieron), con aquellos gra– nos/ó frutos que su país• produce, para ayudar á la manutención de los· recién convertidos, que siempre es cosa muy corta de cada pueblo, como de diez á doce fanegas de maíz, porque apenas siembran para .mantenerse ellos. Esto es evidente en 'todos los pueblos de in– dios, que hay en esta provincia desde el principio de las conquistas, aún sien– do de otra expedición que los nuestros; pues, apenas han pasado dos meses de la cosecha de sus frutos, cuando ya no tienen un grano de maiz que comer, por haberlo consumido todo en sus bebidas, de lo que es testigo toda la provincia. En este supuesto, para conseguir nues– tros misionenos algún grano que dar á los recién convertidos, y para_ que no les falte á los mismos indios del pueblo, con ruegos y caricias, y sobre todo pa– gándolés y grangeándoles la voluntad Et más opor con algunos dones, les mueven á que tuno, bagan todos una siembra de comuni- dad, cuyos frutos se deposit3n en casa

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