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- 194 - tr,S','5':-:S.,:S.,'5':-:S.,:S,:S,-S:-&:S.,:S,<J yado, y en todo hemos h~llado insupe, Escollos in,u rabies escollos en la práctica, sin haber– perabies. nos quedado medio que no hayamos tanteado. El primero que se ofreció fué que en el pueblo á. que se habían de agregar los indios que se redujeran, les tuviesen ya prevenidas los indios en él establecidos las tierras en que hacer sus sementeras luego que llegasen; pero como no se sabe Jos indios que se han de sacar, ni de qué lengua 6 nación han de ser, no se les puede asignar á ningún pueblo, hasta que salgan,para colocarlos entonces en el que más convenga, según su respectiva nación; pues en hallándo se mezclada una nación con otra, es cierta é indubitable la fuga de alguna de ellas, pol'que irremediablemente se matan los unos á los otros con venenos; y aunque sean de la propia tribu, si son de opuesta parcialidad, sucede lo mis– mo, y aún peor. Esto nos ha enseñado la experiencia de muchos años. El segundo inconveniente que se si– gue, y aún es más insuperable, en caso de que se supiera ciertamente el pueblo en que se habían de colocar, es, que en sabiendo los indios, que allí se les han de agregar otros, no hay persuasión que. ba~te para hacerles dar un golpa en la tierra para otros, porque dicen que no son esclavos de ellos; y entonces traba– jan con más lentitud en sus propias se- ,1_ . menteras, por escosarse de nuevos hués- 1"' as 1nconve- , nientes. pedes qn.e les vengan a comer sn traba- . jo, según die.en ellos; y si el padre

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