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CAPI'l'ULO IX Principios de nueslras misiones Ca puél-dnns en i"\mérirn Y a dijimos al fin del capítulo III có Viaje de los mo y por qué df'jaron nuestros lnisioneros misioneros las costas de Africa y se di· rigieron á las de América, lincien<lo rum– bo hácia Uartagena de Indias. Después de muchos días de pesada navegacióQ, llegaron á. dicho puerto el día 28 de Ju - Ho del mismo afio de 1647, con más fer– vorosas ansias de aprovechar á las al– mas, que las que los alentaba, cuando salieron de Andalucía; porque como en Dale y Gambia habían perdido seis me– ses, deseaban emplear el tiempo donde lograsen el fruto de su trabajo. No pu– dieron emprenderlo desde luego, porque llegaron todos enfermos del viaje; pero durante el mismo h1tbían tenide> el con– suelo, de catequizar y bautizar á más de 120 negros, que en el barco iban con los misioneros. Luego que saltaron en tie– rra, y los vecinos de Cartagena vieron aquellos penitentes religioso:; cou hábi- L!ega'!'á Amé tos tan extrafios, atraídos de su modes- rrca. tia y compostura, todos querían llevár-

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