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Sus triunfos, Sus. penas~ - 96 - felicísima ejecución; y una de sus encan– tad.oras Concepciones para el altar del Sagrario del opulento monasterio de San ,Jerónimo de Buena Vista». Así caminaba Muriilo en su carrera ar– tística de triunfo en triunfo y de victoria en victoria, sin decaer jamás, porque, cuando le sorprendió la muerte, se halla– ba aun en el apogeo de su gloria. Pero esta carrera triunfal de aquel genio sobe– rano, no estuvo exenta de amarguras y penas muy grandes, unas causadas por la envidia de sqs émulos y rivales, entre los que se cuenta nada menos que á Leal Valdés; y otras por las vicisitudes y desgracias de la vida. De las primeras han hablado con más ó menos acierto sus biógrafos, y por eso las omitimos aquí: de las segundas, nadie (qrie sepa– mos) ha dicho nada hasta la hora presen– te; y por eso vamos á detenernos á decir algo de ellas. · Murillo, que fué tan virtuoso como pintor, y tan cristiano como artista, era al .mismo tiempo un esposo modelo y un padre amantísimo, de esos que hallan su descanso y sus delicias en el serio del hogar. Cuando este más le sonreía, en– noblecido por la fama de sus ponderados fümzos, p2rdió á la compañera de su vi– Ja el 1. 0 de Enero de Hi64, cuando él cumplía los 46 de su edad, y quince ó poco más rle casado. (1) Esta desgracia (1) He aquí la partida mortuoria de la muger Queda viudo. de Murillo, que nos costó algunos sudores en– contrarla, como las otras partidas bautisma·

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