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,- 81 - <ii""':-S.-&.&.~9:,S:,:.5)",~-S:-.-&.,S:,-S:-~~ 1 el Padre Luis de Sevilla, en Ubrique el P. Fral}cisco de Iznájar, en Mámora el sus estragos. P. Aúdrés de Villanueva, en Motril el P. Marcos de Málaga, en Maro.herí.a el Padre Pedro de Gibraltar, en J_aén el P. Salvador de Baza, en Jerez el her• , 'mano Lucas de Navarra, en Córdoba Fr. Sebastián de Antequera,corista, y en. Granada, otro corista llamado Fr. Be– nito de Braña. En ersiguiente año 1679, se extendió de un modo espantoso por la ciudad de Antequera, y aunque al principio se tra– tó de ocultar la naturaleza del contagio, cuando apretó de firme y empezaron á morir cen~enares cada día, el municipio mandó publicar la epidemia y preparar hospitales provisionales dentro y fuera de la ciudad. Los Capuchinos se ofre– cieron á servir en el que estaba más pró– ximo á nuestro convento, que cogía des– de la calle de San Miguel ha~ta la calle de la Santísima Trinidad y Sa:n Bartolo- . mé, quedando en medio la plazue1a. Couvidáronse muchos de los .nuestros para servirá los apestadbs; pero por en– tonces sólo fueron admitidos los padres Fr. Agustín de S~villa y Fr.Luís de San– lúcar, ambos predicadores, que-entraron en dicho hospital el día 20 de Mayo, sá– bado, víspera de Pentecostés, aunqúe antes habían andado en la ciudad sir– viendo á los enfermos; administrándo- les los Sacramentos y aun buscando li Cree.e la epi- ' · . demia. mosna para sustentará muchos pobres, que de no haber hallado este socorro, G

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