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- 73 C.">-8:--.S:--S:--S:-:.S.-:.S.,~ ~:.s.,:._~.:s.,:.s.,:.s.,~ el tristísimo rumor de que había muer- to ya el P. Bernardino, apóstol de Gra- Conmo,ción na.da. Ac_udierorí presurosqs á las puer- de la Ciudad. tas del conventp; perq como las hallaron cerradas, aguardaron hasta que al ser de día se franquearon. N 9 se puede explicar . cuanto fué el concurso que aquel día se vió en el convento de gentes de todas cla– ses, solicitando cada cual, no solo ver el cadáver de aquel á quien todos apellida– ban santo, sino también conseguir a!gu · nas. de las pobres cosillas que había te– nid0 á su uso, ó algún pedazo de su há- .bito. El Iltmo. Sr. Arzobispo, ,los sefi.o, · res Oidores, los veinticuatro, y toda la principal nobleza de la ciudad, visitó aquel día el convento, de·modo que sien- d<;> tan espacioso el campo del triunfo, parecía pequefi.o para contener el gentío . que iba á .esperar ocasión de venerar el cadáver, y se tuvo por uno _de los gran des milagros queobró Dios entonces, que no hubiesei;i sucedido desgracias; y lo atribuyeron todos á los méritos del va– rón de Dios. Todo el día duró esta. con– fusión devota, sin que los religiosos pu– diesen desalojar la gente del convento, y aun para conseguido aquella noche fué preciso valerse de mucha industria, De– terminaron darle al siguiente dia sepul · tura, como se ejecutó, habiendo concu– rrido á él todo lo más esclarecido de la ciudad. MiE),ntras estuvo insepulto el ca- . dáver, le quitaron por dos veces á peda- D . 6 • l háb . . d . . l evoc1 n m zos e . Ito, sien o premso poner e discr~tli. Dtros; y estando ya dentro de la sepultu-

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