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OAPÍLULO. IX Muerte.del siervo <Je Dios v su , Fama de santidad N o fué sólo en las ocasiones que deja- mos dichas cuando se demostró el Predice su espíritu de profecía que brillaba en nues- muerte. , tro P. Bernardino, sino que también predi– jo su última enfermedad, :y aun después de su fallecimiento se halló fundamento sobradü para creer que supÓ el día de su muerte, como· ahora expresaremos. Di– rigía el siervo de Dios á una religiosa profesa en el qonvento, de la Encarna– ción, que se llamaba, la madre sor María de santo Tomás, y una tarde llegó nues– tro V. al, torno de dicho convento, y en– cargó á la M. tornera que le dijese de su parte á la madre sor María que él se iba y que de allí en .adelante se confesase con· el canónigo Magistral D. Martin de Ascargorta. Creyeron las religiosas que la ida del siervo de Dios era á ot.ro con- . vento; pero muy en breve se conoció, ser profecía con la cual anunció su próxima nrndanza de esta vida á la eterna, por– que aquella fué la última salida que hi– zó él del convento, pues de seguida le asaltó la peligrosa enfermedad de que So despide de murió; de doude se 'infiere que tuvo de una religiosa. ella noticia antes que le acometiera, pues se rué despedir de aquella religiosa.

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