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---' (-i6 - con ellos. En estas fervorosas súplicas :B'ortaleza r1e gastó el resto de aquel día y la noche ~tr->. v. P toda: á la siguiente mafi:.ina, después que dijo misa con la devoción que solía, continuando en hacer á Dios nuestro Señor y á N. S, P. las mismas depreca– ciones, luego que le pareció era hora pa– ra entrar á hablarle al Duque, se fué al palacio, causando admiración á cuantos lo vieron entrar, por el mal trato con que lo despidió S. E. el día antes; y te mían que irritado nuevamente el Duque prorrumpiese en más agrias demostra- . ciones. Llegó intrépido el varon santo á su presencia, y le dijo: Sefior, ya sabe V. E. que á los hijos los echa por una puerta· el padre, y por otra se entran ellos. Estas palabras ablandaron el co– razón del Duque, y enternec.idas sus en· trafías y humedecidos sus ojos, le echó al varón de Dios los brazos al cuello, y lo abrazó tiernamente, dándole eviden– tes pruebas de que ya se había desva– necido su enojo. Entonces .quiso el Du– que saber qué motivo tuvo N. V. para haberse empefiado tanto en ague! asun– to, y el. siervo de Dios no le dijo más si– no que sabía infaliblemente que aquel caballero en nada había faltado· en lo que á su Excelencia había prometido, pues no cooperó ni supo la muerte del labrador hasta que fué pública en Mar· chena. Esto solamente respondió, y aun• Mutación a que varias veces intentó su Excelencia s. E. e averiguar como fo había sabido para con tanta certeza asegurar que se hallaba

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