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-60 - nerable P. Bernardino de tantos males,. c 11 ridad y va- tomó su Crucifijo en sus manos, y e•m– lor de Nues- pezó á discurrir por la ciudad procuran- tro P. Bernar• ' dino. do sosegar los ánimos; pero, aunque evi- tó con su presencia muchas muertes y robos, no pudo apagar del todo tanto fuego. Al día siguiente, movidos los amotinados por la predicación rlel sier– vo de Dios y deseosos de complacerlo, propusieron al ayuntamiento que si él, recibía á D. Luis Paz por Corregidor; y lo paseaban por las calles y plazas á ca– ballo con los clarines y timbales, como era costubre, desde luego dejarían las ar– rr¡.as, y quedaría la Ciudad qnieta y tran– quila. Admitió el Cabildo de la ciudad el partido á ruegos de N. V. P. Fray Bernardino, llamó á su sala Capitula:.– al expresado D. Luis, y le dieron la po– sesión de su Corregimiento: Después lo pusieron á caballo pan¡ el paseo público al que concurrieron también muchos se– ñores particulares, viéndose en aquel lance cosas dignas de admiración. Fué la primera, ver que D. Luís con un cru– cifijo en su mano derecha iba diciendo en altas voces al pueblo que con mucho , júbil9 lo victoreaba: Hijos míos, ved aqui á vuestro,Corregidor! mostrándoles el crucifijo. Otra fué ver á un señor oidor de los de mayor autoridad de la Chancilleria al lado de D; Luis, sirviéri– dole de Asesor; y no fué la de menor ca1m~ l, 10 s nota que dos títulos de Castilla se cons- arnotrnados. . . l f d D ·1., . · . tituyeron en pa a reneros e . •· ms, llevando á pié las riendas del caballo, 'en

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