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- 56 - gui.ente: Caminando con su secretario y Sus trnbajos compañero tan apostólicamente como en los viajes. acabamos de expresar, llegaron á la ven– ta de Casin. N. V. Provincial llevaba los pies tan 1leno.s de vejigas, y tan can– sado, que no hallándose con :fuerzas para continuar el viaje á Lachar, le pidió nl ventero por amor de Dios que se dignase darle posada para estarse ailí aquella no– che, y un bocado de pan. Compadecido el ventero, les ofreció lo que en la casa había y después de tomar una. ligera re– fección, N. P. Provirn::ial entró" en la ' cuadra, J en un ,pesebre que estaba allí, se acostó á descansar. Estando ya dor– mido, llegó á la venta el M. R. P. Pro– vincial de los Mínimos acompañado de otros religiosos para quedarse allí aquella noche, porque era ya muy iarde. Uno de ellos entró en Iacuadraparaacomodar en esta su mula,. y quiso ponerla en el pesebre donde estaba recogido el siervo de Dios, á quien el religioso mismo man– dó que saliese, creyendo fuese algún mo– zo de casa. -Obedeció pronto el varón hu– milde; pero se interpuso su compañero, diciéndóle: Padre Provincis 1, ¿por qué se ha desacomodado? Oyendo esto el reli– gioso míuimo, é informado de que er~ aquel el Provincial de los Capuchinos, lleno de confusión le pidió perdón de su desacato, y le rogó con instancias que otra vez ocupara su sitio, si en él gozaba L " 1 de alguna comodidad. Vuelto á sus reli- 0 que e su· · ! fi · ' ] l b b d cedió en ca, g1osos, es re no o que _P aca a a e sin. suceder con el Provincial de los Capti·

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