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puchinos, que como ella misma me ha a(Seguradq, (habla el V. P., lsidor0), no los conoció ni nunca los había visto, los c.uales entregándole una cuerda de las· nuestras, le dijeron. Dígale V .. á la sefío· ra doña Manuela, que su primo el Padre Pr. Pablo, le envía esta cuerda. Despidié~ ronse y nünca ri:1ás lo'3 vió: subió la cria– da al aposento de su sefi9ra, entrególe la cuerda dándole e.l recado,y dentro de dos horas le vino.la noticia de que Pr. Pablo ' había muerto en Conil aquella madru; gada. Pasmóse del caso, asombrose del prod,igio, y admirada lo contó á todos, 'atribuyendo .á milagro lo que•· pasaba, y conociendo que Fr. Pablo .le ha bfa cum– plido la palabra de que en muriendo le l:lnviaría la cuerda, porque tanto suspi 0 raba. Este caso, (afiade el P. Isidoro), me lo ha depuesto con juramento la misma criada, que recibió la cuerda. · ' Otros muchos prodigios traé el V. P. Isidoro' en la vida que escribi,ó de este varón apostólico; pero los orhitimos de intento, para dar fin cuanto antes al pre– sente libró, que va resultando bastante' voluminoso, y por es9 damos fin á este capitulo con el. retrato del V. P. Pablo tomado dfl un cuadro antiguo que se conserva en nuestro convento de Se- villa. · Deposición jurada. Sn retrate,

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