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- 39-1 - ~.:S:-.:S:-.:S:-.:S:-&.@.:S..:S:-@.:.S..:S:-@~ pasó dos días la dolorida señora, sin con- - cura un do- seguir en ellos el menor alivio: al cabo lor de muelas de los cuales una nochP, habiéndose ya · recogido toda la familia. le vino á la me- . moria una carta de Fr. Pablo, escrita á su padre, la cual tenía guardada en una ga 0 beta del escritorio; levantóse al punto, buscó la carta, y"habiéndose restituido al lecho, encomendándose en las oraciones · de Fr. Pablo, se la puso eón toda fé en la níejilla lastimada. ¡Oh prodigio! ins– tantáneamente se le quitó el dolor, que tanto le había molestado, se quedó dor– mida y nunca más experimentó dolor de muelas en manera alguna. . Tenía Fr. Pablo una prima llamada dofía Manuela de Castafíeda, sefíora vir– tuosa y bien inclinada; rogábale ésta á Fr. Pablo, que le diese una cuerda de las que para cefíirnos usamos los capuchi– nos, que por devoción á nuestro ~eráfi - co P. San Francisco quería tener en su casa. Excusábase Fr.Pablo, diciend0 que no tenía más que aquella con que esta– ba cefíido, ni hallaba otra alguna que darle: instaba la devota sefíora siempre que veía á Fr. Pablo, pidiéndole la pren– da que apetecía, y Fr. Pablo siempre se , excusaba, hasta que un día le dijo: Pri– ma, no me pidas cuerda alguna, que cuando me muera te la daré. Raro caso! singular prodigio! El mismo día que murió Fr. Pablo en üonil, á las nueve P • d" . de la mañan,a llamaron á la puerta de ro 1g10 de sud _ M 1. l"ó . d . cuenta. ona anue a, sa l una cria a a ver quien llamaba:, y halló dos religios0s ca-