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- 390 - ~.:S:-5).:S:-5).:S:.:S:.:S:-5)-5)--S.--5)-5):__JJ Suelen algunas demostraciones exte– Más honras riores significativas del amor que á algún fúnebres difunto se le tenía, servir al desahogo de la pena que al pecho condolido aquella muerte ha causado. Por esto las compa– ñías espirituales del santo rosar:io, que en Cádiz y toda su diócesis había fun– dado Fr. Pablo, todas para desahogo de su pena, con exteriores muestras lo honraron. Hiciéronle honras los rosarios todos en todo el obispado, con funeral pompa y lúgubre aparato; y con singu– laridad los de la capital, porque todos se esmeraron en honrar á su fundador, sie.ndo muchos los sufragios que se le aplicaron. Tre~ noches vino cada rosa– rio al convento, cantando las angélicas sa– lutaciones con tan fúnebre gemido y las– timoso canto, que enternecía los corazo– nes, substituyendo el Gloria Patri con · un reqitiem eternam tan lastimero, que entrando por los oídos al corazón le causaba imponderable amargura. Así ceh,br:aron los rosarios todos, fundados por Fe. Pablo, las exequias de su fun– dador Jifunto. Dios quiso acreditar la virtud de su' siervo Fr. Pablo, con mul · titud de prodigios que siguieron á su muerte, de los cuales vamos á insertar aquí algunos, para dar fin á la relación de su vida. Estaba D. Juan de Pedrosa, secretario del Sr. Obispo, en oración, á la: misma hora que murió Fr. Pablo; cuando re- ~u fama de santidad. pentinamente oyó una suavísima voz que con toda distincíón cónoció que era

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