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- 388 - no llorase afligida. Y no fué sólo Cádiz J,o lloró todo quien lloró lá muerte de Fr. Pablo, todo Uádiz. el Obispado la sintió, porque como en to• dos sus lugares había predicado, y de él habían recibido beneficios muchos, todos sintieron su falta, por el gran cariño que le habían cobrado. Y si todo el Obispado lo sintió, ¿que diré de la suprema cabeza del obispado, Ilustrísimo y Reverendí– simó señor D. José Barcia y Zambrana? Su sentimiento lo expresó él ruismo con una carta que le escribió al P. José de Sevilla, guardián· que era entonees del convento de Cádiz dándole el pésame á toda la comunidad, la cual trasiadada á la letra de su original es de esta suerte. Copia de carta que el Ilustrísimo y re– verendísimo señor Don José de Barcia, Obispo de Cátliz escribió al guardián de esta comunidad, dándole el pésame por la muerte de Fr. Pablo. Mi Rvdo. P. Guardián; el martrs 16 de este,,que salí de esta ciudad, tuve car– ta del R. P. Fr. Feliciano de Sevilla, y de mi Vicario de Conil 1 en que me avisan el cuidadoso accidente que sobrevino á mi querido P. Fr. Pa':ilo de Cádiz, asegu– rápdome se hallaba muy mejorado y en ánimo de restituirse por ahora á esta Ciudad; y hoy viernes me hallo con la noticia cierta: de su muerte, que fué el mismo día 16 á las dos de la mañana, golpe que ha herido tan en lo vivo de mi corazón, que no podré facilmente e_xpre- Sentimiento del Obispo, sar á V. R. mi desconsuelo y el que-. branto que i;ne ocasiona la muerte de es-

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