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S-u santa muerte. Su entierro. - 386 - ma; y allí, rodeado de Eclesiásticos que lo auxiliaban, y de su compañero que le asistíc1, á las dos de la madrugada, sin horroroso movimiento ni descompuesto visaje entregó el espíritu en manos de su criador, el martes día 16 de Noviem– bre del año de 1694, á la edad de 51 años y 7 meses. Quedó con el rostro tan hermoso y el semblante tan apaci– ble, que más parecía que estaba. dur– miendo en un sueño reposado, que hombre ya difunto, y como me aseguró su compañero, nunca vivo lo había vis– to tan hermoso, como lo vió cuando muerto; pero qué mucho, si murió lleno de divina confianza, esperando en la misericordia de Dios el perdón de sus delitoe? Mientras Fr. Pablo había estado bata-, liando con las últimas agonías, había su compafiero dispuesto todo lo necesario par11 traerlo á Cádiz al punto que espi· rase. Oponíasele los eclesiásticos, que– riendo. tener en su pueblo una prenda de aprecio tanto: pedfonle devotos que sin llevarlo á Cádiz, le diese á Conil la bon - ra de que gozase alhaja de tanta estima, y que á ellos les concediese el gusto de que en su iglesia se sepultase, pára lo cual voluntarios le ofrecían su eclasiásti– co sepulcro. El compañero admitió la oferta del sepulcro y se dió orden para que allí se hiciese el entierro. Púsose el cadáver en un féretro con dos tejas por almohadas como acQstumbramos; y lle– gada la hora del entierro, se formó una

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