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...:..., 385 :– ¡¡;--,,.S:-.:.s:-:.5:~S:--s-:-'5-:-~zs;@.:s:-&.~ como avergonzado, y confuso le dió las gracias. Iil. la extre- Trajo, pues, su compafierp por la ca- maunción. lle en que estaba la casa-hal::itación de Fr. Pablo la procesión de gloria con el rosario .de María Saqtísima, y al escu: char el devotísimo varón los melífluos acentos de las angélicas salutaciones, se le enterneció el corazón, llenándosele el alma de-dulzura, como si empezara en esta vida á gozar la felicidad de la otra. Acabada la función del rosario y pró– cesión de gloria, vino el P. F eliciano á pmseguir en la asist.encia de J'r. Pablo; y habiendo.también venido e~ médico, mandó éste que sin diJ.ación le diesen la extrema unción. Recibió Fr. Pablo esta noticia con mucha resignación, ponién- . dcise en las manos del Señor, para que en tiempo y eternidad se hiciese _en él . su heneplacito: reconcilióse otra yez, y ' con devoción mncna, estando con sus sentidos cabales, recibió el _santo Oleo y luego de repente perdió >0! habla. Viendo el compafiero de Fr. Pablo q1.ie estaba ya en las ültimas a.gonfas y que la muerte con presuroso paso se acei·ca ba, tomó una Imagen dfl .OdstJ nuestro bieu crucificado; y poniénd0i,0la á la vista con fervoroso aliento fijé- Fr. Pa– blo los ojos en aquel divino s:mulacr0, no ya como los Israelitas los pusieron en la serpiente de metal, para sanar de las dolencias ,del cuerp_o; sí corr:.o el. dis- su agonía. cípulo amado en el crucifica::lo. Señor para establecer, en él la salu<l de su al• . 25