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- 372 - Cuando predicaba de esta gran Señora, como habla eran sus sermones tan tiernos, sus pa– lJa de Ella. labras tan afectuosas, y sus conceptos tan dulces, que hacía prorrumpir en lá– grimas al auditorio, siendo tan singular en predicar de esta purísima Reina, que era una gloria·- oirle sus sermones, que; dando todos los que á ellos asistían, sú"– mamente inflamados en el amor de Ma– ría. Si. hablaba, aunque fuese, en con– versación religiosa, de la soberana Em– peratriz, se le encendía el rostro, se le e_ntemecía el alma, se le derretía el co– razón, los ojos se le humedecían, y co– mo absorto en tanto .mar de cariñ.o; en las ondas de su afecto dulcemente nau– fragaba; si pronunciaba el santísimo nombre de María sentía tanta dulzura, que al exterior se le-conocía. Todos los días le consagraba tres par.( tes de rosario; una por la mañana, otra al medio día y á la noche otra, pudiendo decir con David que por la mafiana, por la tarde, y al medio día anunciaba mil· elogios á la más que todas soberana Reina, tejiéndole con estas avemarías que tan obsequioso rezaba, una guirnal– da de fragantes rosas. Parecíale que era corta esfera la clausura de _su pecho pa– ra venerar objeto tan desmedido, y que– ritindo dilatar esta veneración, solicitaba muchos pechos, en cuyas aras obsequios mil se le tributasen. En sus sermones P d . • exhortaba eficacísimamente al auditorio re 1ca su de ·. d d , voción. á que to os fuesen evotos de Mana Santísima, y como el interés suele ser

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