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- 370 - epílogo de todo el mundo. Alli, pues, pre– convierte á dicaba todos los jueves de ci;iaresrna ser- 1.rnchos. mones de misión, llenos de . ciencia .Y doctrina con fervor tan desmedido, que fueron innumerables las almas que con– virtió á Dios, sacándolas del infeliz esta– do de la culpa, ocupándose tan del todo en el confesonario que apenas tenia tiem– po para descanear, y aún con esto ape,– nas podía dar abasto á tantos como an– siosos de su remedio ásu piedad acudían. Remataba ésta misión con una procesión de penitencia, que se hací.a el Domingo de ramos en la noche, donde eran innu– merables los que acudian con asperísi– mas penitencias, siendo tan dilatada por el rhucho concurso de la gente, que du– raba horas muy crecidas. El reverendísimo sefior D. José Bar– cia y ,Zambrana que era entonces Obis– po de Cádiz, se aficionó en gran manera á Fr. Pablo, porque vió en él á un após– tol de ·cuerpo entero, con un corazón compasivo, una modestia religiosa, un celo ardiente de la salvación de las al– mas; una particular gracia en el predi– car, y finalmente todas aquellas prendas que hacen amable á un sujeto religio~o, de las cuales cautivo aquel gran Prelado ternísimainente lo amaba. Por eso cuan– do determinó su Ilustrísima visitar su Obispado, quiso llevarlo ~onsigo, para que precursor suyo, dispusiese con la 1 O¡ . 1 misión los ánimos para la visita. Agre- R 11spo o p" . i,u.mirtt. gósele por compafiero el . Antomo de Lebrija, predicador de nuestro Orden y
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