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- 356 -- jándose con una amiga suya de que' no Rocorre á los tenía manto para Ír á misa: pasose esta 1.•ob,·es. conversación, y en breve entró Fr. Pablo; saludólas cortés y religiosamente, y díjo– le en secreto á la persona con quien la pobre se había quejado: Un impulso me ha dado de buscarle un manto á esta se– ñora, porque \a considero pobre. Ay, padre Pablo, (replicó ella) ahora se esta– ba lamentando conmigo que no lenfa manto para irá misa. Pues yo se lo hus– caré (dijo Fr. Pablo)y se despidió. Dí– jole entonces la amiga á la pobre: Le-ha dicho V. al padre Pablo que no tiene manto? No lo he dicho á alguien, (replicó) porque solo con V. me he lamentado de mi pobreza: y ambas quedaron admira– das de que sin tener Fr. Pablo J1oticia de fa! cosa, lo hiciese por el impulso inte• rior conocido; y mucho más se !ldrnira• ron del celo con que solicitaba el bien de las almas, cuando al tercero día le llevó el manto á la pobre, para que por defec– to suyo no dejase de asistir al santo sa– crificio de la misa. El amor que tuvo 6 la pobreza fué mucho, conociendo, que ésta en el fraile menor es solidísimo fundamento, sobre el cual se fabrica la altísima torre de la virtud. El hábito que ordinariamente traía; era viejo, por muchas partes re. mendado y cosido sin el menor aseo; porque, como decía, quién jamás ha vis- .s á I to primores en la mortaja? Las alhaJ·as tl a1nor a , pobrezrt. de su celda se reducian á un breviario, unas diciplinas y una descarnada cala-

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