BCCCAP00000000000000000000608

- 351 ~ los varios dí~s de la semana, poni~ndo yarios títulos, que llamaban al confeso ]'LHÍ grnn con na,rio las diYersas naciones, cuyos idio-_fesor. mas entendía. 1 No se contentaba con las confesiones, que dentro del clans.tro hacía, aunque eran muchas, sino que también, anhelan– do su caritativo corazón por ga::J.arle á Dios más almas, se iba a las cárcele_s, exhortando á los presos á que se confe. sasen, .prometiéndoles á todos de parte d0 Dios misericordia y perdón de sus de– litos. Iba también á las éasas de los en– fermos, y á 1vueltas .de la caridad, que · con algunos regalos les hacía, les sanaba las conciencias, heridas con los afilados aceros 'de la culpa; aunque fuese el po– bre más de~dichado, aunque fuese el mendigo más miserable, y aunque fuese el sujeto mal vil de la república, no se dedignaba de ir á su casa, .cuanc.o sabía que estaba enfermo; antes él mismo se, convidaba á 1-tsistirlo, porq~e como no miraba distinción en las personas, sino que en todos consideraba~ nuestro Re– dentor Jlsucristo, á todos con cari.dad los miraba é igualmente les asistía. Cuando · sabía que se había introducido algún abuso ó co~tumbre'escandalo'sa, al punto en alas de su caridad volaba á solicitar el más eficaz remedio. Habíase :ntrodu– cido en la ciudad de Cádiz, como en. ~tras muchas. de nuestra ~'\ndalucía, la costumbre de _la pedrea,en el campo que , l f l h . I d l R d d Ru celo con 1aCe rente a osp1ta e ey, on e losenfermos. acµdían, no solo los muchachos, como

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz