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- 33'_ son iguales á t&l en calidad y caudales, porque sin hacer caso del fausto y obs- su crianu. tentación mundana, y sin dejarse .llevar · de las sensualidades y torpezas, á que inclina la libertad de la crianza y el ma- nejo de dineros, él siempre se conservó puro, y despreciador heróico del mundo ·y de sus vanidades. Pasó á Madrid, si: guiendo allí el modo de vivir que había comenzado, hasta. que últimamente, pa– ra Hsegurarse más en el camino de su salvación, huyendo de los tropiezo:; de la Corte, se refugió al puerto seguro df' la religión de los Capuchinos, tomando el hábito en la proviIDCia de Castilla. Después de profeso, se prohijó en es, ta provincia .de Andalucía, obtenien.do para ello las precisas licencias; aquí se portó siempre fiel observante de la po- breza santa, sio haber jamás admitido cosa alguna que oliese á curiosidad su- pérflua, y para que en todo sonase á sus oídos esta virtud heróica, quiso hasta en el nombre gozarla llamándose á sí mis- mo Juan Robre, complaciéndose mU<?ho . en oir que los religiosos le diesen tam- bién este nombre; y así vino á introdu- cirse, de modo que más era conocido por el nombre de Juan Pobre, que por el de Francisco. Su humidad fué profundísi- ma, tanto que para él eran las delicias más apreéiabl~s estar ocupado y ejercer los empleos más contemptibles en las cornunidad!:)s, deseando siempre que lo su ª.';1~r "'la tuviesen todos por inútil é inhábil para poba'z~.' todo, y corno estando en la Corte fuese 3

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