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- 347.- amenudo los enfermos, limpiábales los vasos inmundos, hacíales las camas, y al su vida de que estaba tristEl, con mil discretas razo- Oori st ª· · nes alegraba; al que estab'a afligido, con religiosas palabras divertía; al que esta· ba alegre, en su a,egría modestatnante lo acompafiaba; pudiendo decir con su titular patrón f:3. Pablo que con los en- fermos se hacía. enfermo, siéndoles con esto á todos, los enfermos de consuelo taQto, que el nombre que comunmente le daban era el de madre, llHmándole ma.- dre á boca llena, y diciendo cuando ve nía; ya viene nuestra madre, ya llega la madre de los enfermos. Era Fn Pablo en esta asistencia á los enfermos, no aceptador de personas, co- ' mo culpablemente suelen hacer algu– nos, sino uno mismo para todos, y para cada uno todas las cosas'. Lo mismo era para él que el Provincial fuese el enfer– mo, ó que lo fuese el más humilde do– nado; porque como no miraba á.las per– ,sonas que asistfo, sino á · Cristo en sus enfermos; con la misma puntualidad, carifio y agasajo que al uno, asistía tam,bién al otro. · ' Hurtábale al estudio algunos ratos, y se iba á la huerta, donde cogi€ndo varie– dad de flores, las llevaba á las celdí1s de los. enfermos, y adornándoles con ellas la mesilla y los estantes, los recreaba, ya en lo corporal, con la apacible vista y su caridad olor. agradable de aquellos naturales ra-c.on los e,nfet 1µilletes; y ya en: lo espiritual, haciénclo- nws. les levantar el espíritu al cielo, formando

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