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- 344 - nudarse las galas peligrosas de este si- su vocación. glo, y vestirse el seráfico sayal. Dió parte de esta determinación á la donce– lla con quien quería casarse; y ella dijo, que como él se entrase religioso, ella también tomaría el velo, lo cual ejecutó •en un austerísimo convento de Cádiz, cuando supo que Pedro se había vesti– do el hábito de los capuchinos, y perse– veró en la religión toda su vid9 con gmndes créditos de virtud .. De esta suerte sacó Dios dos almas para sí, de la conversión de nuestro joven, hacien– do que dos se levantasen de sóla una caída. Resuelto ya á ser capuchino, pidió el hábito á nuestro ·P. Provincial, y éste, después de probar bien su vocación, lo envió al noviciado de Sevilla, donde vistió el hábito de nue~tra sagrada Re ligión de mano de Fr, Eusebio de Gra– nada, maestro de novicios, el año de mil seiscientos y setenta y seis, siendO' de 36 años, edad competente para ejer– citar con fervor y varonil aliento las ar- . mas de la luz, que fervoroso se vestfa. ·Estas armas de la luz son las obras de , la fe, de la gracia y de las virtudes, con las cuales así en ofensiva como en de– fensiva pugna, se pelea contra los tres mottales enemigos del alma, mundo, demonio y .carne. Estas SQn también las armas que cuan– Yist.e ell:\~bi• do algún novicio toma el hábito, se le to capucllmo. d l . . . l . · · an a tiempo mismo, que se e viste, y son la regla de 11uestro Seráfico Padre

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