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- 24 - lo la manga izquierda estaba entera, y Prodigios en tanto, que no le había tocado la menor ella. corrupción; sino que se conservaba tan fuerte como lo estaba el día que lo ente– rraron. (Cron. de Cádíz 158.) Reflexionó el hermano Fr. Ignacio, que aquella manga era en la que el sier– vo de Dios recogía los pedazos de pan y todo cuanto hallaba para socorrer á los pobres; y creyó que quiso el Señor ma– nifestar con aquel prodigio cuán grata le había sidó !a caridad que el siervo de Dios tuvo con los pobr,es, pues lo evi– denció con haber librado de la corrup– ción aquella manga en tantos años. No consta ni hay por donde poder justificar con evidencia cuantos años pasaron; pe– ro á lo menos se infiere que fueron de ' 14 á 16, porque el siervo de Dios, como hemos dicho, murió y fné sepultado en el afio de 1668; y el P. Ambrosio no es-· tuvo de estudiacte en Oádiz, hasta 1681: pero, aunque no hubiesen pasado tantos años, bastaba para atribuirlo á prodigio, A qué se atri. el que habiéndose consumido y reduci- bnyó. do á cenizas todo el hábito, solo se con servó entera aquella manga. Consignado este prodigio, sigamos el hilo de nuestra historia.
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