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-- 22 - ~.:s:,.:s:,.:s:,.:s:,.:s:,.:.s:- .:s:-.:s:-.:.s:-.:s:-.:s:--.s:-~ izquerdo notablemente más ancha que su caridad. la otra, para meterse en ella cuanto en– contraba, ya en el refectorio, ya en la cocina de la eomunidad, ya en la enfer– mería, donde se entraba al disimulo, y como hallase algún pedazo de pan, ó al– gunas berzas de las que sobraba á los re– ligiosos, á un volver de cabeza teníalo ya 1m la manga. Cuán grata le hubiese sido á Dios esta caritati,va vigilancia, con qne buscaba y e•soondía cosas para socorrer á lo':! pobres, lo manifestó su Majestad muchos años después de haber fallecido, como luegó diremos. (Id. 156.) Lleno de años, pues contaba ya seten · ta y uno, y rico de merecimientos, lo lla • mó para sí el padre de las Misel'Ícordias para darle el galardón eterno. En el afio de 1668, hallándose gravemente acci– dentado, le avisó el médic_o del peligro, pero el varón de Dios nada se conturbó, antes sí, con granserenidaddeánimo,pi– dió se le administrasen los santos Sacra-– mentos, los que recibió con tant-o fervor y devoción, que movió á ternura á los religiosos todos, causándoles espiritual consuelo. Agravóse el accidente, y advir– tiendo lo acelerado de su respiración, acudieron todos los religiosos á asistirle, creyendo que empezaba á luchar con las ansias de la muerte; pero nuestro Fray Bartolomé, queriendo hasta la última hora practicar la caridad, dijo á los reli- ~n última en. giosos que él aun no se moría, que se re– rermedad. tirasen á descansar, y lo dejasen sólo con el hermano Esteban de Sacat.ecas; que
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