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- 164 -· sobre un extremo del mismo, y encima Sus autores. de ambas cosas unas disciplinas de cor– del. Estos cuatro lienzos, como dejamos dicho, hay quien los atribuye á Murillo y quien los atribuye á su discípulo Me– neses, que con él estuvo pintando en aquel convento; pero lo probable, lo élasi seguro, lo que se da como cierto, es que los dos de arriba son de Murillo y los de abajo de Meneses; aunque á decir ver– dad, si el Niño de San José no es de Mu– rillo, merece serlo; y si es de Osorio se elevó éste en él á la altum de su Maestro. Fuera de estos cuadros, hay' en aque– lla Iglesia otros varios que son cierta– mente de Murillo, y vamos ahora á des– cribir. En primer lugar.está una Purísi– ma, que con decir que es de Murillo, r¡ueda hecho su mayor elogio. Un coro de ángeles parece que la sostienen flotan• no en los aires, y que en ellos se mecen á uno y otro lado, jugando con ramos de palmas y azucenas que ostentan en sus manos. La Virgen ~iehe la luna á sus pies semicubierta con los pliegues de su blanca túnica; las manos cruzadas sobre el pecho, como para contener los latidos r1e su corar.ón, que He deshace en llamas de amor; y la vista fija en el cielo, con el resplandor del éxtasis divino en su sem– blante, y reflejando en su rostro destellos rle la luz increada. Cabecitas de serafines flotan á su. alrededor, y la corona apoca• Et lie~z? aelíptica de doce estrellas descanza sobre la Puris ,ma.su cabeza. Alguien atribuyó este cuadro

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