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- i50 - con su compafiero, el P. Parra, y mar– I,e acompaña char juntos á la Definición convocad11 el. p Valverde en Cabra, y al capítulo que iba á cele– brarse en el convento de Antequera, donde murió dicho P. Valverde mes y medio después que Murillo, como dire 0 mos en el capítulo siguiente. Lo que no podemos asegurar, porque no lo dicen los datos que poseemos de N. P. Valver– de, es qué día salieron de Oádiz, ni cuán– do llegaron á Sevilla, ni si el viaje se hi– zo por mar ó por tierra, aunque es pro– ba bilísimo, dada la enfermedad del maes– tro y la comunicación continua, que había entre los puertos hispalense y ga– ditano, que lo hicieran por el rÍL'. Apenas llegó .Murillo á Sevilla cono– ció que le quedaban pocos días de vida. Preparóse en ellos, para comparecer an– te Dios, recibiendo con edificante fervor los santos sacramentos, y _ despidióse amorosamente hasta la eternidad de sus amigos y de su hijo Gaspar, único que pudo asistirle en su última enfermedad. Otorgó su testamento ante Juan Antpnio Guerrero, escribano público de Sevilla, y mientras lo otorgaba sufrió un sínco– pe, precmsor de la muerte. Desde aquel momento se rué extinguiendo su precio– sa vida, hasta que, evaporándose como el perfume de una flor, el alma piadosa, genial y seráfica de Murillo, voló _á la re– gión de la inmortilidad el día 3 de Abril de 1682. Su santa muerte. El Sr. Tubino, á quien en otro lugar rectificamos, consigna en su biografía

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