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-126 - i:r:-:s:-:s.--:s:.:s--:s:-:s:-.s:-:s:-:s:-:s:-:s:.:s:-w A este altar del Nacimiento seguía el Altar de San de R. Félix de Cantalicio, tan celebrado Félix ~e _can• de propios y estrafios: Este es uno da tahc10. ~ . . los cuadros que más caracterizan á Mu- rillo; y al. describirlo, cedemos también la pluma al Sr. Amador, que lo hace de esta manera: El santo está arrodillado y tiene en sus brazos al Nifio Dios, quepa– rece haberse desprendido de los de la Virgen, la cual, sobre un luminoso trono de nubes, en uno de esos encantadores rompimientos de gloria, que con tanta magia supo pintar Murillo, se muestra á la vista del fervoroso capuchino. La cabeza de este está henchida de fe, de verdadero entusiasmo religioso y de amor inefable; sus formas de diseño son no– hles sin ser demasiado severas, y está pintada con un color y trasparencia, con una fuerza de estilo y una maestría tal, que no nos atrevemos á calificar. El Ni– fio Dios aparece tan bien acomodado y gustoso en los brazos del santo, á quien · ncaricia, que nadie duda de su predilec– ción y amor profundo. Con dificultad po– <lrá encontrarse,- ya entre los espafioles, ya entre los extranjeros, un artísta que haya dado ii.l Dios Niño aquella encan– tadora gracia de la infancia, aquella ma– gestad precóz y aquella divinidad que Murillo imprimió en la cabeza de Dios hombre, halagado aún por los. juegos de la niñez. La Virgen es una figura R;u ,::nérito ar- majestuosa jy encantadora, llena de amor; t,stico. b d' d l 'd ¡· . su ca eza 1sta e 1 ea 1smo griego, tan- to como la teogonía pagana de la religión
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