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~ 125 - dro admirabilísimo que representa este misterio, dic8 el ya citado Amador de Altn,r del Nn,– los Ríos que ofrece un partido. ,de .luz cimiento. admirable. Jamás hfl sido pintada con tanta ve.rdad y dulzura. la fe sencilla de los pastores, que llenos de fervor vinie.- ron á adorar al Salvador del.mundo en un pesebre. Murillo dotado de un alma de artista, tierna, sencilla y muy acce- sible _á las impresiones religiosas, supo prestar á aquellos primeros cristianos todo el candor de que estaba, poseído su corazón, y toda la piadosa credulidad de que StJ sentía animad9. Este Naci- miénto es uno de los cµadros pfütados . con esa espontaneidad, que tanto admi- ran los que. sabeo comprenderla. El efecto de este lienzo no puede ser más extraordinario; resalta 'en él •esa fuerza inimitable de la naturaleza, que encan ta en todas las obras de Murillo, vién- ciose aquí toda la escena alumbrada por el resplandor que despide el Niño•Dioe. La composición es tan natural y sec- ci lla, como los afectos que expresó el artista en los semblantes de todos los personajes, reinando en todo el lienzo la tranquilidad más inefable. La cabeza de S. José es no.table por la satisfacción profunda de que está animada, y el rostro de la Virgen aparece lleno de la gracia y delicadeza que Murillo sabia darles. El grupo de ángeles que cor'ona el cuadro é ilumina sus al- . . , ' Sus primores, turas, es, digno del gran Maestro se- villano.

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