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- 120 - geles, sobresale el Espíritu Santo en for- su mérito. ma de paloma,, llenándolo todo de luz y tendiendo sus alas sobre la Virgen, que tiene delante de sí al arcangel arrodilla– do en trono de nubes., y debajo de· ellas una especie de almohadon ó cojín junto al reclinatorio en que se arrodillaba. El altar inmediato á este de la Anun - ciación, lo ocupaba el gran cuadro que representa la vision de S. Antonio de Pa– dua. La composición de este lienzo, dice el Sr. Amador de los Ríos (1) es en ex– tremo sencilla y está concebida con aquel acierto y con aquella verdad que tanto distingue las creaciones místicas de Mu– rillo. El santo está arrodillado ante una peña sobre la cual hay un libro abierto, ene! que aparece sentado el Niño·Dios en actitud de tender sus divinos brazo8 ha– cia aquél. Hé aquí tod.o el argumento de esta producción, que es, sin embargo, una de las más distinguidas del artísta sevillano. La cabeza de S. Antonio se halla animada de un piadoso y grande amor, que en vano trataríamos de des– cribir. No tiene la severidad de forma que tal vez demandaría algún crítico de– masiado exigente y descontentadizo; pe– ro con dificultad podrá hallarse otro semblante que respire una expresión 1 _ más tierna y apasionada. En este lienzo A tar de Sanh d . d M'. ·¡¡ . , Antonio'.de a OJa o uri o una meqmvoca prue- Padua. ba de la pureza y elevación de su sentí- (1) Sevilla pintoresca ó descripción de sus más célebres monumentos artísticos, etc,